LA
HUMANIDAD FRENTE AL NUEVO REGALO DE PROMETEO
Por: John Fredy Zuluaga Duque
Tres
tensiones han forjado la historia de la humanidad a saber: 1) la vida versus la
muerte, 2) la libertad versus la
obediencia, y 3) la felicidad versus el sufrimiento. En ninguna época como en
la actualidad estas tensiones se habían manifestado tan fuertes, intensas y
reales. En la antigüedad los alquimistas buscaban el elixir de la eterna
juventud, los emperadores buscaban el control de sus súbditos y las personas
comunes buscaban la satisfacción en sus oficios. Hoy los científicos buscan el
“superhombre”, la elite busca dominar la mente del hombre común y este
normalmente busca placer. Las ideologías actuales nos seducen con promesas, al
tiempo que nos ocultan los riesgos. Nos prometen perpetuar la vida, hacer lo
que queremos y tener éxito; no obstante, nos ocultan las consecuencias
negativas que se desprenden de jugar a ser dioses, de no ser responsables de
nuestras decisiones y de vivir esclavizados a un trabajo para mantener un
estilo de vida que no hace cosa distinta a esclavizarnos.
Verbigracia,
las distintas ciencias y tecnologías, directamente aplicadas a la
transformación del cuerpo y de la mente humana, entre las cuales cabe resaltar
la nanotecnología, la neurorobotica, la ingeniería genética, la biología
molecular, entre otras; nos prometen a partir de microcircuitos, de interfaces
cerebrales, de manipulación genética, mejorar el cuerpo humano y potencializar
el cerebro. Estas mismas ciencias que tantos beneficios trae a los seres
humanos, dejan de contarnos las consecuencias negativas biológicas y sociales
que trae consigo redescribir el genoma humano, implantar bioprotesis,
introducir al cuerpo robot milimétricos e introducir información artificial a
nuestro cuerpo y consumir productos transgénicos. Estas ciencias y tecnologías,
no nos cuentan de las mutaciones, ni los distintos cánceres, ni enfermedades
mentales, ni la pérdida de emociones, ni de la inequidad natural y social que generan estos nuevos
dispositivos implantados en los humanos.
Así
mismo los distintos sistemas de poder, económico-político, aquellos que nos
prometen seguridad y libertad, nos ocultan los sofisticados mecanismos de
control que utilizan para monitorear nuestras acciones; nos enseñan a ser pacíficos
y no protestar; mientras invierten nuestros impuestos en armamento, sofisticados
satélites y mecanismos de vigilancia.
Y
las distintas culturas refuerzan en cada uno de nosotros los deseos de éxito,
fama, y prestigio; pero no nos cuentan que estamos obligados a invertir toda
una vida de trabajo para sostener un estilo de vida que finalmente nos hace
morir lentamente sin sentido. Nos enseñan a vivir para consumir, enajenando
directamente nuestro cuerpo y mente.
En
fin muchas “ideologías prestigiosas” nos prometen vida, libertad y felicidad,
pero la realidad solo manifiesta “muerte, servidumbre y fracaso”. Nuevos modos de eugenesia, reproducción in
vitro, clonación, implantes cibernéticos, prometen una vida plena. Nuevos modos
de economías liberales, prometen que una persona pase de ser siervo de la gleba
a ser regente de una multinacional.
Nuevas modas y estilos de vida, prometen una vida exitosa y placentera a quien
esté dispuesto a vender su paz interior y su trabajo creativo por un trozo de
oro y un titulo del más popular. Así
pues, cabe preguntar ¿Cómo se define el ser humano en este contexto de
tensiones actuales e influyentes ideologías? ¿Cuáles son los riesgos que el ser
humano afronta al decidir redefinir su humanidad a través de transformación
artificial de su cuerpo y de su cerebro? En este orden de ideas, el propósito
que pretendemos desarrollar dicho genéricamente es este:
Ilustrar
como en la actualidad se reescribe el concepto del hombre, como un ser que
interviene artificialmente su ser corporal, mental y social; y mostrar algunas
consecuencias que pueden surgir de esta dinámica.
I
TENSIÓN: VIDA VS MUERTE
… en búsqueda del elixir de la eterna juventud
El
primero punto de tensión que define nuestra condición como seres humanos es la
vida y la muerte, nuestro instinto marca la ruta de la supervivencia y para
ello creamos el artificio. El mundo artificial nos define como hombres, no
podemos aspirar a estar libres de los artefactos, ni de las maquinas, ni de los
sistemas ideológicos; porque estas
creaciones representan el pilar de nuestra condición humana. Hemos sobrevivido
desde hace aproximadamente 2 millones de años, porque ante la naturaleza hostil
hemos antepuesto el artefacto y más ampliamente la cultura. Sin embargo aunque
la artificialidad nos defina, no implica la inexistencia de riesgos. Ilustremos
el caso:
Mientras
la naturaleza de forma espontanea selecciona como se realiza una sana
procreación, en el mundo humano se ensaya desde hace siglos la eugenesia. Por
ejemplo las sociedades vikingas, los griegos, los nazis; suprimían la vida a
las recién nacidos (infanticidio) que no cumplieran con los mínimos exigidos de
un neonato sano y fuerte. En la actualidad el “denominado aborto terapéutico”
cumple también la función de obstruir la vida de embriones y fetos que según
los criterios médicos, ponen en riesgo la vida de la madre o que poseen
malformaciones que les impedirían vivir satisfactoriamente. Ahora bien, gracias
a los avances de la biotecnología, la ingeniería genética, la biología
molecular, la cibernética, la neurorobotica, la neurociencia y la inteligencia
artificial; la humanidad ha pasado a otro nivel de selección artificial. La
inseminación artificial, la fecundación in vitro y la manipulación del mapa
genético llevará la procreación a un nuevo nivel. Las prótesis cibernéticas y
los implantes de microchips llevaran al cuerpo y al cerebro humano a explorar
un nuevo potencial. Lo que promete esta nueva artificialidad en pocas palabras
es: UN SUPER HOMBRE.
Los
superhombres no nacen, se seleccionan por medio de la eugenesia o se diseñan
reescribiendo la cartografía genética de los humanos o se mejoran reemplazando
órganos por sistemas robóticos. El deseo de ser superhombre sin duda nos tienta
a la mayoría de los seres humanos; pero, ¿justifica el fin los medios y las
consecuencias? De ninguna manera, el fin de ser un superhombre no justifica
consecuencias como asesinar a seres humanos que no cumplen con un estándar de
cuerpo humano sano. De hecho cabe preguntar ¿Quién posee el legitimo derecho de
establecer un criterio para determinar qué tipo de ser humano está mejor dotado
que otro? No justifica la experimentación con fetos, ni embriones, ni justifica
tampoco el número de anomalías y mutaciones que se crean en los laboratorios bajo
el pretexto de mejorar las capacidades humanas. El fin de alcanzar un
superhombre por medio de la manipulación genética, no justifica las
consecuencias de poseer bancos de embriones y órganos criopreservados. Hoy el conocimiento científico y tecnológico
nos permite clonar órganos y mantener almacenes de ellos, pero ¿justifica toda
esta magia de la ciencia hacer de la vida humana un mercado? El elixir de la
eterna juventud de los alquimistas lo tenemos a la mano, sea reemplazando genes
defectuosos, clonando órganos para reemplazar por partes el cuerpo deteriorado
o reemplazando órganos por ciberprotesis o biocircuitos. ¿En este mercado de la
vida? ¿Quién oferta? ¿Quién demanda? ¿Quién accede al bien o al servicio?
Nos
prometen un superhombre corporal e intelectual, sin embargo ¿nos pueden
prometer un superhombre moral? ¿Quién decide qué es preferible 16000
intelectuales haciendo la bomba atómica o 4000 hombres comunes trabajando por
la paz?
Nos
prometen un superhombre vigoroso diseñado en un laboratorio, pero ¿Qué es
preferible la fuerza del musculo diseñada por los genetistas o la nobleza del
espíritu cultivada en el seno de la familia?
Nos
prometen un superhombre eficaz como la maquinas, no obstante ¿Qué es preferible
la eficacia de hombre maquina programado o la capacidad de equivocarse y de
aprender ello de los hombres normales?
En
el imperio de la razón teórica e instrumental (conocimiento) sobre la razón
práctica (ética), lo único que cabe esperar
es una catástrofe. No podemos prescindir ni de las ciencias, ni de las
tecnologías; pero cabe esperar que sea la ética la que las regule.
Es
difícil imaginar una sociedad de hombres programados, diseñados y mejorados
cuyo, apellido es una marca de laboratorio. Es difícil imaginar una sociedad
donde los sentimientos morales y la ética cuenta menos que un cuerpo sano. Es
difícil imaginar una sociedad donde la sensibilidad humana sede paso a la
respuesta de órganos cibernéticos, los cuales responden con información al medio
basados en una lógica reducida al input, output y feeback.
También es difícil
imaginar “otro ejemplo: la obtención de nuevos seres vivos «inter-respectivos»
mediante fecundación artificial entre gametos provenientes de individuos de especies
distintas se considera todavía hoy moralmente condenable si se refiere al hombre
(piénsese en las discusiones surgidas frente a la perspectivas de poder obtener
un hombre-mono fecundando en probeta un óvulo de mujer con espermatozoides de
otro primate) (Agazzi, 1996, pág. 250)”.
¿Qué
le responderemos al joven San- Sung modificado cibernéticamente y creado en un
laboratorio o al joven Armando Probeta rediseñado genéticamente cuando
pregunten? ¿Quién soy? ¿Cuál es mi origen? ¿Cuál es mi propósito y que debo
esperar de los otros seres?
II
TENSIÓN LIBERTAD VS OBEDIENCIA
…en
búsqueda de la omnipotencia
Desde
el siglo XVI con más vigor que en los siglos anteriores, los hombres hemos
querido por medio de las ciencias y de las tecnologías descubrir los misterios
de la naturaleza, nuestro propósito ha sido gobernarla y usufructuarnos de sus
riquezas. En el siglo XXI ya no nos conformamos con controlar el mundo físico,
ni tampoco nos saciamos controlando el mundo vivo, ahora deseamos un control a
mayor escala, queremos controlar a nuestros congéneres. Siempre hemos querido
eso como especie, ahora hemos creado las herramientas, artefactos y maquinas
para hacerlo.
El
radio-seguimiento ha sido una técnica que biólogos han utilizado con frecuencia
para identificar los movimientos de los animales, consiste en colocar un collar
que emite una honda de radio a un transmisor. Podemos predecir sus movimientos
y comportamientos. El sistema GPS (sistema de posicionamiento global), a través
de una red satelital permite ubicar objetos, animales y personas con una
precisión asombrosa. Gracias a la nanotecnología en la actualidad se implantan
microchip en animales para lograr localizarlos con un margen de error
imperceptible a los sentidos humanos. Hasta aquí todo el mundo está feliz. En
efecto, podemos predecir la ola migratoria de los animales, hallar el automóvil
robado y encontrar la mascota extraviada. Gracias a la tecnología tenemos un
gran control sobre aquello seres que no gozan de ninguna libertad. Empero la
felicidad se reduce cuando alguna técnica de monitoreo se aplica a la realidad
humana. Tal vez no nos preocupa el hecho de que algunos de estos sistemas
sofisticados se implementen en presos o en personas con libertad condicional.
Creemos que los millones de cámaras y los cientos de satélites que tenemos
sobre nosotros están allí para garantizar nuestra seguridad; la pregunta que
surge de esto es ¿Cuándo estamos dispuestos a sacrificar de la mínima libertad
que tenemos para obtener esa tan anhelada y prometida seguridad? Hace unos
pocos años solo las películas de ciencia ficción hablaban de incorporar
microchip en los tejidos humanos, para predecir nuestros movimientos, pero hoy
el desarrollo de esta tecnología es un rotundo hecho. La brecha entre poseer o
no un microchip es tan solo jurídica. Los experimentos de interfaces
cerebro-ordenador en animales han dado tan buenos resultados que su
funcionalidad se puede comparar con una maquina de microondas.
En
1791 el filósofo Jeremy Bentham diseño
lo que sería un panóptico, esto es, una construcción para presos que permitiría
a través de una torre en el centro, vigilar a los reclusos sin que estos
pudieran identificar si están siendo vigilados. Un siglo y medio más tarde el
filosofo Michael Foucault, afirmaría que
la época en la que vivía se podía representar como una sociedad panóptica, con
ello se refería a que el panóptico diseñado por Bentham se había extendido a
las escuelas, a la industria y a otras instituciones. En la actualidad la
mayoría de nosotros estamos siendo vigilados por artefactos exógenos, llámense
estos satélites, cámaras y tarjetas de
identificación. En un futuro muy cercano el artefacto de vigilancia será sin
duda endógeno, esto es, implantado. Ser libre implica tomar decisiones
autónomas, pero con una sociedad panóptica, nuestras decisiones tienden a ser
automáticas. Baste con observar cómo cambia el comportamiento de los jóvenes
estudiantes o de los obreros de una fábrica, cuando se les advierte que existen
cámaras escondidas que graban todo lo que hacen y todo lo que dicen. La
libertad con la que nos expresamos en las redes sociales cambia de hecho cuando
se nos informa que somos presa fácil del ciberespionaje.
Nos
prometen poder, satisfacción y seguridad, pero la realidad manifiesta
dominación, frustración y control.
A lo
largo de toda la historia siempre ha existido una limitación a la libertad; los
amos limitaban a los esclavos, los patricios a los plebeyos, los Duques a los
siervos, los burgueses a los proletarios, la elite a la muchedumbre. ¿Y qué
podemos decir en la actualidad? ¿Los dueños del conocimiento y de las
tecnologías limitan a quienes?
Algunos
defensores de los implanten de microchip en seres humanos argumentan que se
mejora ostensiblemente la seguridad de una persona, una vez que si ésta es
secuestrada, se puede ubicar su posición con un margen de error de pocos
centímetros. También argumentan que en un chip del tamaño de 25 milímetros se
puede almacenar información tan vital como la historia clínica y tan operativa
como su estado financiero. Pero nos ocultan las consecuencias de estos
implantes. Como decía Aldoux Huxley en un mundo feliz “grande es la verdad,
pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la
verdad”. Estudios de laboratorio han demostrado que por lo menos el 10% de los
animales implantados desarrollan algunos tipos de cáncer, a causa del rechazo
del cuerpo al nuevo intruso. Podría esperar por analogía a que a los seres
humanos nos pase igual. Aunque más allá de los problemas vitales que esto puede
acarrear hay que preguntarse ¿qué porción de la libertad estamos dispuestos a
sacrificar por la seguridad o mejor dicho por el control?
Nos
prometen libertad de expresión y de acción. Al tiempo que aumentan los
mecanismos de represión.
Mientras
los humanos creamos mejores mecanismo de control y represión cabria preguntarse
¿Cuándo vamos a invertir recursos en crear mejores mecanismos de formación para
el ejercicio prudente de la libertad?
Nos
prometen satisfacción y seguridad. Al tiempo aumentan las necesidades
contradictoriamente innecesarias y también aumentan los mecanismos de refuerzo.
Nos
prometen omnipotencia. Al tiempo nos hacen débiles frente a los que ostentan el
poder.
Mientras
invertimos millones de dólares para entender la conducta humana (mapa cerebral,
sicología de la conducta, entre otros), debemos preguntar ¿Cuándo vamos a
invertir en conocer las formas para generar justicia social, bienestar
colectivo y bien común?
III
TENSIÓN FELICIDAD VS SUFRIMIENTO
…en
búsqueda de la vida fácil
Trabajo
para la innovación, educación para la programación y ocio para el
entretenimiento barato.
Tomas
moro proponía en su libro utopía una sociedad en la cual se pudiera trabajar
pocas horas, de modo que cada individuo dispusiera de tiempo para el ocio. Supusimos
que con los avances tecnológicos en robótica, microelectrónica e ingenierías, lograríamos
construir maquinas tanto automatizadas como con inteligencia artificial que
trabajaran por nosotros. Como su nombre lo indica la utopía de tomas moro no está
en ninguna parte. La flexibilidad de los mercados y la especialización de los
trabajos, ha hecho posible que se pueda trabajar 4, 5 o 6 horas al día, los
legislaciones de muchos países han legalizado la jornada laboral en 8 horas y
algunos gobiernos incluso han reducido la jornada a 6 horas; se esperaría con
ello que las personas tuvieran más tiempo para hacer cosas de humanos como: pensar,
compartir con amigos, recrearse, amar, etcétera. Sin embargo el efecto fue
contrario al esperado, una vez que las personas obtienen tiempo libre, lo utilizan
para conseguir un empleo adicional. Los empresarios por su parte deberían tener
tiempo libre, más la mayoría de ellos deben trabajar hasta el hastío, para no
sucumbir frente a la competencia. Marcuse ya había declarado como el trabajo
humano se había enajenado, esto es, automatizado. Hicimos artefactos[1], maquinas y robot con el propósito de mejorar la productividad,
el propósito se cumplió, pero con una consecuencia nefasta, compartimos tanto
con las maquinas, que aprendimos a imitar su funcionamiento. En la actualidad
ya no nos comportamos como humanos, sino que cumplimos funciones como maquinas.
Buscamos bienestar, pero hemos obtenido monotonía y hastío. Buscamos desarrollo
humano, pero lo confundimos con crecimiento económico.
El
potencial creativo que cada ser humano posee se ha mercantilizado y le hemos
asignado un nombre “innovación”, nuestros capacidades científicas y tecnológicas
en gran proporción están condicionas por el mercado de bienes y servicios. Los
mejores diseñadores de microcircuitos, de redes, de comunicaciones, de sistemas
operativos, de interfaces, no explotan directamente su potencial creativo como expresión
de su libertad, sino como una imposición caprichosa de los nuevos reyes del
mercado los clientes, estos exigen cada día mejores aparatos electrónicos de
juegos, mejores ambientes virtuales de entretenimiento, mejores artefactos,
entre otros. Para enfrentar estos retos es que hemos desarrollado la tecnología
educativa basada en competencias y resultados, la publicidad y los mass media
han garantizado en gran parte la programación del cerebro desde tempranas
edades, sea para producir o consumir lo innecesario.
En
la actualidad las neurociencias, la fisiología, la antropología, sociología, economía,
la sicología de la conducta, la estadística, entre otras ciencias, nos han dado
una comprensión del hombre bastante efectiva, mas este conocimiento se está aplicando
para programar a los individuos para la adaptación a esta civilización
mercantil y de consumo.
Cientos
de personas han donado sus cerebros a la ciencia para que los científicos
realicen cartografía fisiológica y neurológica del cerebro[2], cientos de personas voluntariamente han participado en
experimentos de psicometría los cuales han sido utilizados por los científicos
para elaborar cuadros de comportamiento y cientos de personas han sido
involuntariamente conejitos de indias de empresas farmacéuticas que analizan
como responde el cuerpo y la mente a determinados fármacos. Cabría preguntar
¿todo el conocimiento de ello a rendido algún fruto además de la dominación?
Efectivamente
conocemos bastante bien el mapa fisiológico y neurológico del cerebro humano y
conocemos también como influir directamente en los hábitos y en las creencias
de las personas, pero ¿usamos este conocimiento para enseñar al hombre a crear
y actuar en función de un trabajo pleno, en función de una educación para la
libertad y en función del uso del tiempo libre acorde a la felicidad?
El
filosofo estoico Epícteto hace más de dos siglos enseñaba al mundo griego que
la felicidad dependía de las motivaciones intrínsecas del ser humano, empero en
la actualidad este pensamiento ha entrado en desuso. La felicidad o como se traduce
hoy el éxito, es más una idea que llega desde a fuera. Las motivaciones y los
deseos los implantan a través de técnicas
sofisticadas de marketing digital, de publicidad en pantallas de tv, ordenadores,
dispositivos móviles on line, comunidades virtuales, entre otras, que combinan
la magia de la información digital con los conocimientos la conducta humana.
Por ejemplo, la estrategia de remarketing que usa google, hace que la
publicidad siga un usuario en su ordenador por 540 días, miestras este navega
desprevenido en la red. Esto hace que las ideas, los medios y los fines
referentes a la felicidad, ya no pertenece a los individuos, sino que la
fabrican los dueños de los mercados. No es exagerado afirmar que la felicidad
ya no es una decisión libre del individuo, sino una imposición de los agentes económicos.
Por ello no es raro que el entretenimiento digital, haya reemplazado el
encuentro con la naturaleza. La diferencia es que el entretenimiento digital
cuesta dinero y condiciona la mente, mientras que la naturaleza es gratis y abre
la mente. No es raro encontrar que el internauta acrítico y compulsivo cambia
el tiempo de su ocio por una ocupación barata.
Nos
prometen éxito, adaptación social y placer, pero la realidad manifiesta
fracaso, disociación y sufrimiento.
Las
nuevas tecnologías de la informática y de la comunicación, las distintas ingenierías,
directamente relacionadas con la cultura del consumo, nos prometen una vida
exitosa y fácil pero ¿Es fácil trabajar 10 o 12 horas en una labor enajenadora
a cambio de un dinero siempre insuficiente para satisfacer los deseos de la
cultura de consumo? ¿Cómo puede una persona ser exitosa si la idea de éxito no
le pertenece al individuo sino a quienes gobiernan el mercado?
Consideración
final:
“Las
invenciones de los hombres van avanzando de siglo en siglo. La bondad y la
malicia del mundo en general singuen siendo los mismos” Pascal (citado por:
Voltaire, 1993, pág. 209)
A través
de la razón teórica los seres humanos hemos creado distintos tipos de
conocimientos (ciencias, tecnologías, sentido común, doxa legítima,
humanidades, artes, saberes ancestrales, etcétera); los cuales hemos aplicado a
la creación de artificios tangibles e intangibles. Estos saberes y artefactos nos han definido
como humanos y han sido imprescindibles para generar la adaptación del hombre a
la vida; en este ensayo hemos querido resaltar algunas riesgos de las malos
usos de nuestras razón teórica, mas no queremos desconocer la importancia
monumental que tienen los saberes cuando lo aplicamos al desarrollo humano, por
esto advertimos la necesidad de que la razón practica, esto es, la ética, regule
la razón teórica. El imperio de la razón teórica unido al imperio de las ideas
mercantiles, solo hace que el hombre pierda su humanidad y tenga un fin
desdichado. La esperanza de un mundo mejor dejara de ser una quimera, si y solo si se logra la armonización entre
la razón teórica y la razón practica.
Este
ensayo nos deja en medio de estas dos posiciones, usted es quien toma partido. Dice
pascal: “Debemos reconocer que el hombre es tan desdichado que incluso se
aburriría sin ninguna causa extraña de hastío, por el propio estado de su
condición”. Contesta Votaire “Por el contrario, el hombre es dichoso a ese
respecto y debemos gran agradecimiento al autor de la naturaleza por haber
unido el hastío a la inacción, a fin de forzarnos de ese modo a ser útiles al
prójimo y a nosotros mismos”. (Voltaire, 1993, pág. 172)
Lo cierto de todo es que
todas las aplicaciones de los saberes que poseemos redefine nuestra condición
como humanos; hace siglos Aristóteles definió al hombre como un animal
racional, en la actualidad ya debemos incorporar a esta definición de hombre el
artificio; el cual ya no es externo al cuerpo y a la mente, sino que hace parte
de su esencia.
En síntesis ¿Qué es el
hombre? Un ser frágil que juega a ser superhombre, un ser condicionado que
juega a ser libre, un ser lleno de necesidades que juega a ser feliz. Y está
bien que juguemos, ya el filosofo Johan
Wizinga definía al hombre como “homo ludens”, el problema empieza que estamos
jugando con el nuevo regalo de Prometeo las ciencias y las tecnologías, y
estamos jugando olvidando colocar en las reglas de juego la ética. La última
vez que jugamos en la segunda guerra mundial con el fuego que nos regalo
Prometeo, murieron más de 60.000 millones de seres humanos, esperemos que los
nuevos juegos que emprendemos a futuro respondan a un desarrollo moral, pueda
garantizan efectivamente que los saberes y artefactos se usen responsablemente
en función de la dignidad humana y de la protección del planeta.
Bibliografía
Agazzi, E. (1996). El bien, el mal y la
ciencia. Madrid: Tecnos.
Voltaire. (1993).
Cartas filosóficas. Barcelona: Altaya.
Webgrafía
http://www.youtube.com/watch?v=jq8d1g0xTY8
(exoesqueleto)
http://www.youtube.com/watch?v=TMMOwZVgrZU
(exoesqueleto)
http://es.wikipedia.org/wiki/Neil_Harbisson
(artista con ojo cibernetico)
http://www.youtube.com/watch?v=GUGxuNS8EsA
(habla el primer hombre cibernético)
[1] Ejemplo de ello es la tecnología de exoesqueletos cibernéticos,
que posibilitan que un hombre cuadriplique su fuerza haciendo uso del nuevo
artefacto el cual se usa como un traje sobre el cuerpo.
[2] Entre las técnicas más utilizadas para realizar la cartografía
cerebral se encuentran: la electroencelografía, la resonancia magnética y
el estimulo del cerebro a través de imágenes con la respectiva medición de su
respuesta. Ver: http://www.ted.com/talks/allan_jones_a_map_of_the_brain.html