lunes, 16 de junio de 2014

Biotecnología y

LA HUMANIDAD FRENTE AL NUEVO REGALO DE PROMETEO
Por: John Fredy Zuluaga Duque
Tres tensiones han forjado la historia de la humanidad a saber: 1) la vida versus la muerte,  2) la libertad versus la obediencia, y 3) la felicidad versus el sufrimiento. En ninguna época como en la actualidad estas tensiones se habían manifestado tan fuertes, intensas y reales. En la antigüedad los alquimistas buscaban el elixir de la eterna juventud, los emperadores buscaban el control de sus súbditos y las personas comunes buscaban la satisfacción en sus oficios. Hoy los científicos buscan el “superhombre”, la elite busca dominar la mente del hombre común y este normalmente busca placer. Las ideologías actuales nos seducen con promesas, al tiempo que nos ocultan los riesgos. Nos prometen perpetuar la vida, hacer lo que queremos y tener éxito; no obstante, nos ocultan las consecuencias negativas que se desprenden de jugar a ser dioses, de no ser responsables de nuestras decisiones y de vivir esclavizados a un trabajo para mantener un estilo de vida que no hace cosa distinta a esclavizarnos.
Verbigracia, las distintas ciencias y tecnologías, directamente aplicadas a la transformación del cuerpo y de la mente humana, entre las cuales cabe resaltar la nanotecnología, la neurorobotica, la ingeniería genética, la biología molecular, entre otras; nos prometen a partir de microcircuitos, de interfaces cerebrales, de manipulación genética, mejorar el cuerpo humano y potencializar el cerebro. Estas mismas ciencias que tantos beneficios trae a los seres humanos, dejan de contarnos las consecuencias negativas biológicas y sociales que trae consigo redescribir el genoma humano, implantar bioprotesis, introducir al cuerpo robot milimétricos e introducir información artificial a nuestro cuerpo y consumir productos transgénicos. Estas ciencias y tecnologías, no nos cuentan de las mutaciones, ni los distintos cánceres, ni enfermedades mentales, ni la pérdida de emociones, ni de la inequidad  natural y social que generan estos nuevos dispositivos implantados en los humanos.
Así mismo los distintos sistemas de poder, económico-político, aquellos que nos prometen seguridad y libertad, nos ocultan los sofisticados mecanismos de control que utilizan para monitorear nuestras acciones; nos enseñan a ser pacíficos y no protestar; mientras invierten nuestros impuestos en armamento, sofisticados satélites y mecanismos de vigilancia.
Y las distintas culturas refuerzan en cada uno de nosotros los deseos de éxito, fama, y prestigio; pero no nos cuentan que estamos obligados a invertir toda una vida de trabajo para sostener un estilo de vida que finalmente nos hace morir lentamente sin sentido. Nos enseñan a vivir para consumir, enajenando directamente nuestro cuerpo y mente.
En fin muchas “ideologías prestigiosas” nos prometen vida, libertad y felicidad, pero la realidad solo manifiesta “muerte, servidumbre y fracaso”.  Nuevos modos de eugenesia, reproducción in vitro, clonación, implantes cibernéticos, prometen una vida plena. Nuevos modos de economías liberales, prometen que una persona pase de ser siervo de la gleba a ser regente de una  multinacional. Nuevas modas y estilos de vida, prometen una vida exitosa y placentera a quien esté dispuesto a vender su paz interior y su trabajo creativo por un trozo de oro y un titulo del más popular.  Así pues, cabe preguntar ¿Cómo se define el ser humano en este contexto de tensiones actuales e influyentes ideologías? ¿Cuáles son los riesgos que el ser humano afronta al decidir redefinir su humanidad a través de transformación artificial de su cuerpo y de su cerebro? En este orden de ideas, el propósito que pretendemos desarrollar dicho genéricamente es este:
Ilustrar como en la actualidad se reescribe el concepto del hombre, como un ser que interviene artificialmente su ser corporal, mental y social; y mostrar algunas consecuencias que pueden surgir de esta dinámica.

I TENSIÓN: VIDA VS MUERTE
 … en búsqueda del elixir de la eterna juventud
El primero punto de tensión que define nuestra condición como seres humanos es la vida y la muerte, nuestro instinto marca la ruta de la supervivencia y para ello creamos el artificio. El mundo artificial nos define como hombres, no podemos aspirar a estar libres de los artefactos, ni de las maquinas, ni de los sistemas ideológicos;  porque estas creaciones representan el pilar de nuestra condición humana. Hemos sobrevivido desde hace aproximadamente 2 millones de años, porque ante la naturaleza hostil hemos antepuesto el artefacto y más ampliamente la cultura. Sin embargo aunque la artificialidad nos defina, no implica la inexistencia de riesgos. Ilustremos el caso:
Mientras la naturaleza de forma espontanea selecciona como se realiza una sana procreación, en el mundo humano se ensaya desde hace siglos la eugenesia. Por ejemplo las sociedades vikingas, los griegos, los nazis; suprimían la vida a las recién nacidos (infanticidio) que no cumplieran con los mínimos exigidos de un neonato sano y fuerte. En la actualidad el “denominado aborto terapéutico” cumple también la función de obstruir la vida de embriones y fetos que según los criterios médicos, ponen en riesgo la vida de la madre o que poseen malformaciones que les impedirían vivir satisfactoriamente. Ahora bien, gracias a los avances de la biotecnología, la ingeniería genética, la biología molecular, la cibernética, la neurorobotica, la neurociencia y la inteligencia artificial; la humanidad ha pasado a otro nivel de selección artificial. La inseminación artificial, la fecundación in vitro y la manipulación del mapa genético llevará la procreación a un nuevo nivel. Las prótesis cibernéticas y los implantes de microchips llevaran al cuerpo y al cerebro humano a explorar un nuevo potencial. Lo que promete esta nueva artificialidad en pocas palabras es: UN SUPER HOMBRE.
Los superhombres no nacen, se seleccionan por medio de la eugenesia o se diseñan reescribiendo la cartografía genética de los humanos o se mejoran reemplazando órganos por sistemas robóticos. El deseo de ser superhombre sin duda nos tienta a la mayoría de los seres humanos; pero, ¿justifica el fin los medios y las consecuencias? De ninguna manera, el fin de ser un superhombre no justifica consecuencias como asesinar a seres humanos que no cumplen con un estándar de cuerpo humano sano. De hecho cabe preguntar ¿Quién posee el legitimo derecho de establecer un criterio para determinar qué tipo de ser humano está mejor dotado que otro? No justifica la experimentación con fetos, ni embriones, ni justifica tampoco el número de anomalías y mutaciones que se crean en los laboratorios bajo el pretexto de mejorar las capacidades humanas. El fin de alcanzar un superhombre por medio de la manipulación genética, no justifica las consecuencias de poseer bancos de embriones y órganos criopreservados.  Hoy el conocimiento científico y tecnológico nos permite clonar órganos y mantener almacenes de ellos, pero ¿justifica toda esta magia de la ciencia hacer de la vida humana un mercado? El elixir de la eterna juventud de los alquimistas lo tenemos a la mano, sea reemplazando genes defectuosos, clonando órganos para reemplazar por partes el cuerpo deteriorado o reemplazando órganos por ciberprotesis o biocircuitos. ¿En este mercado de la vida? ¿Quién oferta? ¿Quién demanda? ¿Quién accede al bien o al servicio?
Nos prometen un superhombre corporal e intelectual, sin embargo ¿nos pueden prometer un superhombre moral? ¿Quién decide qué es preferible 16000 intelectuales haciendo la bomba atómica o 4000 hombres comunes trabajando por la paz?
Nos prometen un superhombre vigoroso diseñado en un laboratorio, pero ¿Qué es preferible la fuerza del musculo diseñada por los genetistas o la nobleza del espíritu cultivada en el seno de la familia?
Nos prometen un superhombre eficaz como la maquinas, no obstante ¿Qué es preferible la eficacia de hombre maquina programado o la capacidad de equivocarse y de aprender ello de los hombres normales?
En el imperio de la razón teórica e instrumental (conocimiento) sobre la razón práctica (ética), lo único que cabe esperar  es una catástrofe. No podemos prescindir ni de las ciencias, ni de las tecnologías; pero cabe esperar que sea la ética la que las regule.
Es difícil imaginar una sociedad de hombres programados, diseñados y mejorados cuyo, apellido es una marca de laboratorio. Es difícil imaginar una sociedad donde los sentimientos morales y la ética cuenta menos que un cuerpo sano. Es difícil imaginar una sociedad donde la sensibilidad humana sede paso a la respuesta de órganos cibernéticos, los cuales responden con información al medio basados en una lógica reducida al input, output y feeback.
También es difícil imaginar “otro ejemplo: la obtención de nuevos seres vivos «inter-respectivos» mediante fecundación artificial entre gametos provenientes de individuos de especies distintas se considera todavía hoy moralmente condenable si se refiere al hombre (piénsese en las discusiones surgidas frente a la perspectivas de poder obtener un hombre-mono fecundando en probeta un óvulo de mujer con espermatozoides de otro primate) (Agazzi, 1996, pág. 250)”.

¿Qué le responderemos al joven San- Sung modificado cibernéticamente y creado en un laboratorio o al joven Armando Probeta rediseñado genéticamente cuando pregunten? ¿Quién soy? ¿Cuál es mi origen? ¿Cuál es mi propósito y que debo esperar de los otros seres?

II TENSIÓN LIBERTAD VS OBEDIENCIA
…en búsqueda de la omnipotencia
Desde el siglo XVI con más vigor que en los siglos anteriores, los hombres hemos querido por medio de las ciencias y de las tecnologías descubrir los misterios de la naturaleza, nuestro propósito ha sido gobernarla y usufructuarnos de sus riquezas. En el siglo XXI ya no nos conformamos con controlar el mundo físico, ni tampoco nos saciamos controlando el mundo vivo, ahora deseamos un control a mayor escala, queremos controlar a nuestros congéneres. Siempre hemos querido eso como especie, ahora hemos creado las herramientas, artefactos y maquinas para hacerlo.
El radio-seguimiento ha sido una técnica que biólogos han utilizado con frecuencia para identificar los movimientos de los animales, consiste en colocar un collar que emite una honda de radio a un transmisor. Podemos predecir sus movimientos y comportamientos. El sistema GPS (sistema de posicionamiento global), a través de una red satelital permite ubicar objetos, animales y personas con una precisión asombrosa. Gracias a la nanotecnología en la actualidad se implantan microchip en animales para lograr localizarlos con un margen de error imperceptible a los sentidos humanos. Hasta aquí todo el mundo está feliz. En efecto, podemos predecir la ola migratoria de los animales, hallar el automóvil robado y encontrar la mascota extraviada. Gracias a la tecnología tenemos un gran control sobre aquello seres que no gozan de ninguna libertad. Empero la felicidad se reduce cuando alguna técnica de monitoreo se aplica a la realidad humana. Tal vez no nos preocupa el hecho de que algunos de estos sistemas sofisticados se implementen en presos o en personas con libertad condicional. Creemos que los millones de cámaras y los cientos de satélites que tenemos sobre nosotros están allí para garantizar nuestra seguridad; la pregunta que surge de esto es ¿Cuándo estamos dispuestos a sacrificar de la mínima libertad que tenemos para obtener esa tan anhelada y prometida seguridad? Hace unos pocos años solo las películas de ciencia ficción hablaban de incorporar microchip en los tejidos humanos, para predecir nuestros movimientos, pero hoy el desarrollo de esta tecnología es un rotundo hecho. La brecha entre poseer o no un microchip es tan solo jurídica. Los experimentos de interfaces cerebro-ordenador en animales han dado tan buenos resultados que su funcionalidad se puede comparar con una maquina de microondas.
En 1791 el filósofo  Jeremy Bentham diseño lo que sería un panóptico, esto es, una construcción para presos que permitiría a través de una torre en el centro, vigilar a los reclusos sin que estos pudieran identificar si están siendo vigilados. Un siglo y medio más tarde el filosofo  Michael Foucault, afirmaría que la época en la que vivía se podía representar como una sociedad panóptica, con ello se refería a que el panóptico diseñado por Bentham se había extendido a las escuelas, a la industria y a otras instituciones. En la actualidad la mayoría de nosotros estamos siendo vigilados por artefactos exógenos, llámense estos  satélites, cámaras y tarjetas de identificación. En un futuro muy cercano el artefacto de vigilancia será sin duda endógeno, esto es, implantado. Ser libre implica tomar decisiones autónomas, pero con una sociedad panóptica, nuestras decisiones tienden a ser automáticas. Baste con observar cómo cambia el comportamiento de los jóvenes estudiantes o de los obreros de una fábrica, cuando se les advierte que existen cámaras escondidas que graban todo lo que hacen y todo lo que dicen. La libertad con la que nos expresamos en las redes sociales cambia de hecho cuando se nos informa que somos presa fácil del ciberespionaje. 
Nos prometen poder, satisfacción y seguridad, pero la realidad manifiesta dominación, frustración y control.
A lo largo de toda la historia siempre ha existido una limitación a la libertad; los amos limitaban a los esclavos, los patricios a los plebeyos, los Duques a los siervos, los burgueses a los proletarios, la elite a la muchedumbre. ¿Y qué podemos decir en la actualidad? ¿Los dueños del conocimiento y de las tecnologías limitan a quienes?
Algunos defensores de los implanten de microchip en seres humanos argumentan que se mejora ostensiblemente la seguridad de una persona, una vez que si ésta es secuestrada, se puede ubicar su posición con un margen de error de pocos centímetros. También argumentan que en un chip del tamaño de 25 milímetros se puede almacenar información tan vital como la historia clínica y tan operativa como su estado financiero. Pero nos ocultan las consecuencias de estos implantes. Como decía Aldoux Huxley en un mundo feliz “grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad”. Estudios de laboratorio han demostrado que por lo menos el 10% de los animales implantados desarrollan algunos tipos de cáncer, a causa del rechazo del cuerpo al nuevo intruso. Podría esperar por analogía a que a los seres humanos nos pase igual. Aunque más allá de los problemas vitales que esto puede acarrear hay que preguntarse ¿qué porción de la libertad estamos dispuestos a sacrificar por la seguridad o mejor dicho por el control?
Nos prometen libertad de expresión y de acción. Al tiempo que aumentan los mecanismos de represión.
Mientras los humanos creamos mejores mecanismo de control y represión cabria preguntarse ¿Cuándo vamos a invertir recursos en crear mejores mecanismos de formación para el ejercicio prudente de la libertad?
Nos prometen satisfacción y seguridad. Al tiempo aumentan las necesidades contradictoriamente innecesarias y también aumentan los mecanismos de refuerzo.
Nos prometen omnipotencia. Al tiempo nos hacen débiles frente a los que ostentan el poder.
Mientras invertimos millones de dólares para entender la conducta humana (mapa cerebral, sicología de la conducta, entre otros), debemos preguntar ¿Cuándo vamos a invertir en conocer las formas para generar justicia social, bienestar colectivo y bien común?

III TENSIÓN FELICIDAD VS SUFRIMIENTO
…en búsqueda de la vida fácil
Trabajo para la innovación, educación para la programación y ocio para el entretenimiento barato.
Tomas moro proponía en su libro utopía una sociedad en la cual se pudiera trabajar pocas horas, de modo que cada individuo dispusiera de tiempo para el ocio. Supusimos que con los avances tecnológicos en robótica, microelectrónica e ingenierías, lograríamos construir maquinas tanto automatizadas como con inteligencia artificial que trabajaran por nosotros. Como su nombre lo indica la utopía de tomas moro no está en ninguna parte. La flexibilidad de los mercados y la especialización de los trabajos, ha hecho posible que se pueda trabajar 4, 5 o 6 horas al día, los legislaciones de muchos países han legalizado la jornada laboral en 8 horas y algunos gobiernos incluso han reducido la jornada a 6 horas; se esperaría con ello que las personas tuvieran más tiempo para hacer cosas de humanos como: pensar, compartir con amigos, recrearse, amar, etcétera. Sin embargo el efecto fue contrario al esperado, una vez que las personas obtienen tiempo libre, lo utilizan para conseguir un empleo adicional. Los empresarios por su parte deberían tener tiempo libre, más la mayoría de ellos deben trabajar hasta el hastío, para no sucumbir frente a la competencia. Marcuse ya había declarado como el trabajo humano se había enajenado, esto es, automatizado. Hicimos artefactos[1], maquinas y robot con el propósito de mejorar la productividad, el propósito se cumplió, pero con una consecuencia nefasta, compartimos tanto con las maquinas, que aprendimos a imitar su funcionamiento. En la actualidad ya no nos comportamos como humanos, sino que cumplimos funciones como maquinas. Buscamos bienestar, pero hemos obtenido monotonía y hastío. Buscamos desarrollo humano, pero lo confundimos con crecimiento económico.
El potencial creativo que cada ser humano posee se ha mercantilizado y le hemos asignado un nombre “innovación”, nuestros capacidades científicas y tecnológicas en gran proporción están condicionas por el mercado de bienes y servicios. Los mejores diseñadores de microcircuitos, de redes, de comunicaciones, de sistemas operativos, de interfaces, no explotan directamente su potencial creativo como expresión de su libertad, sino como una imposición caprichosa de los nuevos reyes del mercado los clientes, estos exigen cada día mejores aparatos electrónicos de juegos, mejores ambientes virtuales de entretenimiento, mejores artefactos, entre otros. Para enfrentar estos retos es que hemos desarrollado la tecnología educativa basada en competencias y resultados, la publicidad y los mass media han garantizado en gran parte la programación del cerebro desde tempranas edades, sea para producir o consumir lo innecesario.
En la actualidad las neurociencias, la fisiología, la antropología, sociología, economía, la sicología de la conducta, la estadística, entre otras ciencias, nos han dado una comprensión del hombre bastante efectiva, mas este conocimiento se está aplicando para programar a los individuos para la adaptación a esta civilización mercantil y de consumo.
Cientos de personas han donado sus cerebros a la ciencia para que los científicos realicen cartografía fisiológica y neurológica del cerebro[2], cientos de personas voluntariamente han participado en experimentos de psicometría los cuales han sido utilizados por los científicos para elaborar cuadros de comportamiento y cientos de personas han sido involuntariamente conejitos de indias de empresas farmacéuticas que analizan como responde el cuerpo y la mente a determinados fármacos. Cabría preguntar ¿todo el conocimiento de ello a rendido algún fruto además de la dominación?
Efectivamente conocemos bastante bien el mapa fisiológico y neurológico del cerebro humano y conocemos también como influir directamente en los hábitos y en las creencias de las personas, pero ¿usamos este conocimiento para enseñar al hombre a crear y actuar en función de un trabajo pleno, en función de una educación para la libertad y en función del uso del tiempo libre acorde a la felicidad?
El filosofo estoico Epícteto hace más de dos siglos enseñaba al mundo griego que la felicidad dependía de las motivaciones intrínsecas del ser humano, empero en la actualidad este pensamiento ha entrado en desuso. La felicidad o como se traduce hoy el éxito, es más una idea que llega desde a fuera. Las motivaciones y los deseos  los implantan a través de técnicas sofisticadas de marketing digital, de publicidad en pantallas de tv, ordenadores, dispositivos móviles on line, comunidades virtuales, entre otras, que combinan la magia de la información digital con los conocimientos la conducta humana. Por ejemplo, la estrategia de remarketing que usa google, hace que la publicidad siga un usuario en su ordenador por 540 días, miestras este navega desprevenido en la red. Esto hace que las ideas, los medios y los fines referentes a la felicidad, ya no pertenece a los individuos, sino que la fabrican los dueños de los mercados. No es exagerado afirmar que la felicidad ya no es una decisión libre del individuo, sino una imposición de los agentes económicos. Por ello no es raro que el entretenimiento digital, haya reemplazado el encuentro con la naturaleza. La diferencia es que el entretenimiento digital cuesta dinero y condiciona la mente, mientras que la naturaleza es gratis y abre la mente. No es raro encontrar que el internauta acrítico y compulsivo cambia el tiempo de su ocio por una ocupación barata.
Nos prometen éxito, adaptación social y placer, pero la realidad manifiesta fracaso, disociación y sufrimiento.
Las nuevas tecnologías de la informática y de la comunicación, las distintas ingenierías, directamente relacionadas con la cultura del consumo, nos prometen una vida exitosa y fácil pero ¿Es fácil trabajar 10 o 12 horas en una labor enajenadora a cambio de un dinero siempre insuficiente para satisfacer los deseos de la cultura de consumo? ¿Cómo puede una persona ser exitosa si la idea de éxito no le pertenece al individuo sino a quienes gobiernan el mercado?
Consideración final:
“Las invenciones de los hombres van avanzando de siglo en siglo. La bondad y la malicia del mundo en general singuen siendo los mismos” Pascal (citado por: Voltaire, 1993, pág. 209)
A través de la razón teórica los seres humanos hemos creado distintos tipos de conocimientos (ciencias, tecnologías, sentido común, doxa legítima, humanidades, artes, saberes ancestrales, etcétera); los cuales hemos aplicado a la creación de artificios tangibles e intangibles.  Estos saberes y artefactos nos han definido como humanos y han sido imprescindibles para generar la adaptación del hombre a la vida; en este ensayo hemos querido resaltar algunas riesgos de las malos usos de nuestras razón teórica, mas no queremos desconocer la importancia monumental que tienen los saberes cuando lo aplicamos al desarrollo humano, por esto advertimos la necesidad de que la razón practica, esto es, la ética, regule la razón teórica. El imperio de la razón teórica unido al imperio de las ideas mercantiles, solo hace que el hombre pierda su humanidad y tenga un fin desdichado. La esperanza de un mundo mejor dejara de ser una quimera,  si y solo si se logra la armonización entre la razón teórica y la razón practica.
Este ensayo nos deja en medio de estas dos posiciones, usted es quien toma partido. Dice pascal: “Debemos reconocer que el hombre es tan desdichado que incluso se aburriría sin ninguna causa extraña de hastío, por el propio estado de su condición”. Contesta Votaire “Por el contrario, el hombre es dichoso a ese respecto y debemos gran agradecimiento al autor de la naturaleza por haber unido el hastío a la inacción, a fin de forzarnos de ese modo a ser útiles al prójimo y a nosotros mismos”. (Voltaire, 1993, pág. 172)
Lo cierto de todo es que todas las aplicaciones de los saberes que poseemos redefine nuestra condición como humanos; hace siglos Aristóteles definió al hombre como un animal racional, en la actualidad ya debemos incorporar a esta definición de hombre el artificio; el cual ya no es externo al cuerpo y a la mente, sino que hace parte de su esencia.
En síntesis ¿Qué es el hombre? Un ser frágil que juega a ser superhombre, un ser condicionado que juega a ser libre, un ser lleno de necesidades que juega a ser feliz. Y está bien que juguemos, ya  el filosofo Johan Wizinga definía al hombre como “homo ludens”, el problema empieza que estamos jugando con el nuevo regalo de Prometeo las ciencias y las tecnologías, y estamos jugando olvidando colocar en las reglas de juego la ética. La última vez que jugamos en la segunda guerra mundial con el fuego que nos regalo Prometeo, murieron más de 60.000 millones de seres humanos, esperemos que los nuevos juegos que emprendemos a futuro respondan a un desarrollo moral, pueda garantizan efectivamente que los saberes y artefactos se usen responsablemente en función de la dignidad humana y de la protección del planeta.

Bibliografía

Agazzi, E. (1996). El bien, el mal y la ciencia. Madrid: Tecnos.
Voltaire. (1993). Cartas filosóficas. Barcelona: Altaya.


Webgrafía
http://es.wikipedia.org/wiki/Neil_Harbisson (artista con ojo cibernetico)
http://www.youtube.com/watch?v=GUGxuNS8EsA (habla el primer hombre cibernético)
















[1] Ejemplo de ello es la tecnología de exoesqueletos cibernéticos, que posibilitan que un hombre cuadriplique su fuerza haciendo uso del nuevo artefacto el cual se usa como un traje sobre el cuerpo.
[2] Entre las técnicas más utilizadas para realizar la cartografía cerebral se encuentran: la electroencelografía, la resonancia magnética y el estimulo del cerebro a través de imágenes con la respectiva medición de su respuesta. Ver: http://www.ted.com/talks/allan_jones_a_map_of_the_brain.html

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