Educación
un asunto de todos (2017)
Dr,
John Fredy Zuluaga Duque.
En 1903 ocurrió un evento extraordinario; dos constructores de
bicicletas llevaron sus sueños hasta el cielo.
¿Quiénes eran? ¿Qué hicieron?
Los soñadores fueron los
hermanos Wright y lograron una proeza para los ojos de muchos imposible; le dieron al ser humano el poder de volar. Su primer avión rompió
para siempre los límites entre lo imaginable y lo realizable.
Ha pasado más de 100 años
después de aquella gran hazaña y sin saberlo nuestros niños, jóvenes y
adolescentes, podrían volver a marcar historia, si tan solo pudieron poner a
volar sus esperanzas.
Pero, poner a volar las
aspiraciones de nuestros niños y jóvenes implica mucho más que motivarlos y
enseñarles conocimientos. Necesita fomentar al unísono dos alas y lograr un
perfecto balanceo entre ellas. ¿Cuáles son esas alas que harían posible que
nuestros niños y jóvenes vuelen? La primera ala es la familia, la segunda es la
institución educativa.
Decía Comte: “La familia es el núcleo de la sociedad”.
En la familia se gesta la mayor fuerza el amor, la mayor dignidad la persona,
la mejor estrategia los valores. Y en las instituciones se gesta la mejor
oportunidad, el compartir con otros, el mejor aprendizaje convivir en sociedad
y el mejor anhelo desarrollar el potencial humano.
Ambas; la familia y la
institución educativa representan dos alas que deben balancearse en armonía
para posibilitar que el educando levante su espíritu. Si un ala falla, el
potencial de nuestro educandos no podría volar. Una ave no asciende sin una ala
está rota, aunque la otra funcione de maravilla.
En la unión, en la paz, en
el compromiso mutuo entre familia e institución se siembra el potencial de los
educandos y se cosecha los triunfos. Tal como lo enseño Esopo en su fabula los
hermanos y el haz de leña “La unión hace la fuerza”.
Por ende la exhortación más
legítima que podemos hacer hoy a la escuela y al hogar es la de concertar y
trabajar unidos por el despliegue de los talentos de nuestros niños y jóvenes.
Ambas alas familia e
instituciones son independientes, pero
no pueden trabajar solas. Si un ala falla la otra no puede llenar el vacío. Si
no se unen las dos alas el potencial de nuestros niños y jóvenes no puede
levantarse del suelo.
Hoy la sociedad, la
institución y la familia enfrenta muchos retos con relación a la educación y
todos nosotros hemos de estar a la altura de la exigencia.
Educar
con el ejemplo, es una de ellas.
Queremos paz, eduquemos pues
para la reconciliación.
Queremos excelencia,
sembremos la exigencia desde el hogar.
Queremos buenas personas,
formemos desde la ética y el humanismo.
La
otra exigencia es:
Si bien las instituciones,
las familias y jóvenes cambian nuestra unión, amor y fuerza para luchar por el
bienestar y la potencialización de nuestros niños y jóvenes debe permanecer
intacta.
Queremos cosechar logros,
cultivemos unidos.
Queremos prosperidad,
cumplamos cada uno nuestras las obligaciones que nos competen.
Queremos un mundo feliz y
sostenible, no sembremos discordia y no pongamos en riesgo las generaciones
futuras.
Y finalmente,
La
última exigencia es:
Asumamos con responsabilidad
nuestra misión.
Si somos familia dediquemos
tiempo, amor y formación a nuestros hijos,
Si somos institución no
escatimemos esfuerzo en educar desde la verdad y el bien.
“Tú eres el profundo deseo
que te impulsa.
Tal como es tu deseo es tu
voluntad.
Tal como son tus deseos son
tus actos.
Tal como son tus actos es tu
destino”.
Brihadaranyaka
Upanishad (Texto sagrado hindú, escrito en sánscrito).
Que nuestro destino sea pues
elevar el espíritu de nuestros hijos y estudiantes de modo que puedan volar
según sus sueños. Tal como el deseo que nos impulsa ha de ser servirles con
todo el alma.
Muchas gracias por confiar
en nosotros.
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